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martes, 21 de febrero de 2012

Ese aquel, ese siempre aquel

Escribir es, sin duda, lo que más disfruto en esta vida, ni el sol ni el pasto ni siquiera los edificios ó la tecnología.
Escribir es como beber en las festividades para el corriente de la gente.
Escribir es demostrar aprendizaje; es demostrar habilidad, cualquiera escribe, pero escribir y transmitir conlleva a un trabajo que pocos lo pueden hacer

Hoy estoy en la biblioteca de la facultad, escribiendo este relato, no es historia ni cuento, es sólo sentimiento.
Hermoso y divino por donde lo veas, seductor y  hasta "bajativo" diría mi mejor amiga.
Sensual y hasta peligroso, el juego de miradas, sus manos amplias, sus dedos largos recorren cada hoja como si fuera seda, sus brazos largos lleno de mi cuerpo imaginario, tantas veces abrazado, tantas veces despedido.
Su boca, delineada por una sombra grisácea, juega a hablar, juega a seducir y hasta conquistar. Sus palabras finas, sinceras, dulces y concretas.
Su voz soñadora, nítida, ocurrente, embeleza mis oídos, me devuelve lo que alguna vez fué un sueño.
Mirada tapada por un vidrio fino que igual me deja ver a ese hombre amante de aquello medicinal, de aquello lo bueno y recto según nuestro pensamiento, amante de aquello dulce que le eleva el ánimo, su glucemia y su ego.

Ya lo ví de todos colores..

Se fué y se llevó mi inspiración

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